Los últimos movimientos del peón que soñó ser Rey...


Pensaba poner de imagen en esta nota escrita por Mario Wainfeld, una caricatura de el vicepresidente Julio Cleto Cobos, pero mientras buscaba, recordé haber leído en un cuento del Negro Fontanarrosa creo, que tendría que haber en todas las plazas de los pueblos, aparte de nuestros Próceres mas notables,  también bustos de los personajes mas terribles, malvados, asesinos y traidores para que la gente vaya de vez en cuando a putearlos, escupirlos o tirarles piedras. Pensar en esto, me obligo a cambiar la idea original de esta nota, repensarla y agregarle este modesto pensamiento, para cambiar un poco con el enfoque que le darán los compañeros a estos últimos días de la vida política de Cobos, propongo la idea de no ridiculizar al traidor, no reirse por que se tiene que ir en la mas absoluta soledad, creo que hay que recordarlo permanentemente, citarlo en cada situación de deslealtad, que su nombre sea sinónimo de infidelidad y defeccion, que en cada lugar de encuentro colectivo haya una imagen iluminada, bien clara y visible, sin graffitis ni distorsión del ROSTRO del último GRAN TRAIDOR.
Los poderosos que estaban acostumbrados a ser los dueños del tablero del ajedrez del poder, la economía  y la política de nuestro pais, le hicieron creer de JULIO CLETO COBOS, que el peón podía ser Rey, la fuerza de UNA mujer, junto a su compañero y todo un pueblo, demostraron lo contrario.

Marcelo Ramírez.

Lo que sigue es una excelente descripción de lo sucedido ayer en el Senado de la Nación.   


La calma después de la tempestad...
Pagina 12  -  Por Mario Wainfeld.

El vicepresidente Julio Cobos participó de la ceremonia, fue menos que un actor de reparto. Hace casi cuatro años llegaba al Senado y amansaba, esperando que los compañeros Miguel Angel Pichetto y José Pampuro lo adentraran en los laberintos de la Cámara. Los habitués, aliados que no le tenían afecto, lo gastaron un poco, le hicieron sentir la extranjería. El mendocino tuvo una revancha que no estaba en los libros de nadie y que quedó para todos los futuros textos de historia, dorreguista u oficial.

Le tocó en suerte (valga la expresión) una noche inolvidable, en la que pasó al estrellato. Su decisión fue “no positiva” por donde se la mire: cuestionable ética e institucionalmente. Su discurso, impreciso y titubeante. Pero hizo el gol del triunfo para “la oposición” (sobre la hora y en off side para mayor algazara de la hinchada). Sin más trámite, coló para las grandes ligas.

Devino una especie de nuevo rico de la política, alguien que encontró tirado en la calle un billete premiado de lotería. Dilapidó ese caudal a fuerza de amarretearlo o por no saber capitalizarlo. Tal vez, con el tiempo, lo comparen con el quinto Beatle, aquel que desertó antes de que llegara la fama. O con un polizón que se coló en el Titanic. Transitó de canillita a campeón y descorrió íntegro el camino. Nada es imposible en el mundo de la política, pero está cerca de serlo que pueda regresar triunfal, o regresar, tout court, alguna vez.

Ayer Cobos tomó juramento a los senadores entrantes. Muchos curules para el Frente para la Victoria (FpV), que se hamacó en minoría durante tres años, defendiendo el empate con uñas y dientes. Ahora la bancada mayoritaria saborea el desquite, mientras se apresta para el tercer mandato consecutivo del kirchnerismo.

El vicepresidente fue el más conspicuo de una camada de “opositores” que perdieron su tren, el que cayó de más alto, el que se va más lejos.

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